Manuel Ruiz, Director del Instituto de Mindfulness de España
Una serie de importantes estudios científicos que han medido a monjes 
budistas meditando sugieren que la compasión produce las frecuencias 
mentales más altas y podría ayudar a combatir la depresión
Puede que resulte paradójico, pero la 
mejor forma de asegurar tu felicidad es pensar en la felicidad de los 
demás. Esto es el fundamento del budismo mahayana –del camino del bodhisattva–,
 que se basa en la compasión y el altruismo como método para alcanzar la
 iluminación, pero recientemente también está siendo comprobado por la 
ciencia (no la iluminación pero sí el bienestar del cuerpo-mente).
Hace algunos años el neurocientífico Richard Davidson visitó
 al Dalái Lama en Nepal. En una de sus conversaciones, el Dalái Lama le 
sugirió que si bien la neurociencia había dedicado mucho tiempo a 
estudiar la depresión y la ansiedad, menos sabía de la compasión y la 
felicidad, así que por qué no intentar medir sus efectos en el cerebro. 
Davidson, quien tiene un laboratorio en la la Universidad de 
Wisconsin-Madison, echó andar un importante estudio para medir las ondas
 cerebrales y las diferentes activaciones que se producen en el cerebro 
cuando personas meditan. Para el estudio en cuestión volaron a ocho 
monjes budistas de Asia, a los cuales conectaron a más de 128 sensores 
de un electroencefalograma. 
A partir de estos experimentos, el monje
 budista Matthieu Ricard obtuvo el apodo del "hombre más feliz del 
mundo", particularmente por la gran cantidad de ondas gamma que producía
 su cerebro cuando hacía una meditación de compasión (una técnica muy 
común en el budismo tibetano). Esta firma neural fue asociada por los 
científicos con un mayor bienestar. Recientemente entrevistado por la revista GQ,
 Ricard, explica que este apodo es erróneo, ya que en el experimento 
hubo personas que superaron sus picos de ondas gama. "Hubo un monje que 
sacamos de una cueva en Nepal. Él fue el que más fuertes ondas registró,
 fue algo nunca visto", explica Ricard, quien también tiene una 
formación científica. 
Davidson y su equipo notaron también que
 el grupo de monjes registró una menor "reactividad" que el grupo de 
control de meditadores. Esto fue medido disparando el sonido de una 
explosión por unos audífonos y midiendo la reacción en su cerebro. Se 
les dijo a los participantes que debían neutralizar su reacción. En 
inglés se llama a esto "startle response" (respuesta de 
sobresalto) y está asociada con emociones negativas, ya que si se 
exagera la respuesta o la mente merodea en ella, puede producir estrés y
 emociones negativas. En el caso de los monjes se presentó una repuesta 
mínima, que mostró su capacidad de desapego. Esto sugiere que los 
meditadores tienen una mayor tolerancia y una menor tendencia a 
frustrarse por eventos. No era que los monjes no reaccionaran, sino que 
liberaban su respuesta rápidamente. 
Este mismo estudio notó que la respuesta
 más notable en las imágenes neurales ocurría cuando se meditaba sobre 
la compasión. Picos de ondas gamma de alta simetría se producían en 
estos casos; ya que las las ondas gamma son las de más alta frecuencia, 
uno puede conjeturar que realmente el amor o la compasión, como mantiene
 la sabiduría popular, son los estados de más alta conciencia o 
vibración a los que accede el cerebro humano.
Richard Davidson explica además que 
estos estados de alta amplitud "indican plasticidad", es decir, que el 
cerebro se modifica cuando se presentan, así que no son pirotecnia de 
poca consecuencia, sino que son fuegos constructivos que pueden 
moldear poco a poco nuestra estructura neural. Las imágenes de 
resonancia magnética mostraron actividad notable en la ínsula anterior. 
Davidson apunta que esta región es la que coordina mucho de la relación 
cerebro-cuerpo: "los sistemas en el cerebro que dan soporte a nuestro 
bienestar están íntimamente conectados con diferentes órganos y con el 
sistema endócrino e inmune." Las resonancias revelaron que "la compasión
 es un estado que involucra al cuerpo de manera integral". En otro 
estudio, Davidson descubrió que la meditación mejora la respuesta inmune
 a la vacuna de la influenza (inclusive cuando los meditadores no eran 
monjes budistas o meditadores "profesionales").
Davidson concluye que la mejor forma de 
activar los circuitos de emoción positiva del cerebro es través de la 
generosidad. Su colega, el profesor Lutz, señala que cultivar la 
compasión puede ayudar a prevenir la depresión, entre otras cosas. Ambos
 resaltan la importancia de que la compasión no es algo que dependa de 
ciertas cualidades innatas, sino que se puede aprender a desarrollar.
Hace una semanas publicamos el artículo (que recomendamos como continuación de este tema): La verdadera inteligencia es la compasión (lo que los maestros iluminados descubrieron),
 en el que intentamos mostrar cómo la compasión es la piedra angular de 
diferentes tradiciones religiosas y filosóficas e incluso ha sido 
considerada como una forma de alquimia emocional, generando lo que los 
budistas llaman bodhicitta, la mente del despertar. (Por Pijamasurf)

No hay comentarios:
Publicar un comentario